Es curioso como algunos hombres
dinamitan con sus actos un posible feliz desenlace.
Hoy recordaba una de esas citas de las
que sales queriendo llamar a todas tus amigas para contarles lo que te ha
pasado y reírte un rato a costa del género masculino.
Un sábado por la noche un chico al que
apenas conozcía me invita a su casa. Recuerdo que ese día me apetecía salir,
hacer algo, un amante interesante me había dado plantón y necesitaba distraer
mi ego. Así que me planteo seriamente esa invitación y busco referencias del
anfitrión.
Él: un par de años más joven, rondando
la treintena, empresario, formación universitaria... pero..." te invito a
casa que hoy mis padres no están"... mierda, aquí tenía el fallo, vive con
los padres.
La cita: en su casa para cenar, bueno,
vamos a probar, no tenía nada mejor que hacer.
Llego a su casa y un "chico del
montón" me abre la puerta. Cuando se tratan de "chicos del
montón", dependerán de su labia obtener un premio u otro.
- Hola, ya está la cena hecha?- con una de
mis mejores sonrisas...
- Aún no, pasa, estaba preparando una
pizza- "preparando una pizza"... que generosa había sido la frase,
dicha preparación consistía en sacar una del congelador y meterla en el horno.
A partir de ese momento la cita fue de
mal en peor.
Me lleva a la cocina para vigilar la
famosa pizza; sí, estoy hablando en singular, parece ser que con una pizza
diminuta pretende alimentar a dos personas. Me siento en una de las banquetas
al lado de la mesa típica de cocina: con su hule a cuadros, con los cereales de
la mañana, algo de pan, el rollo de cocina... y yo esperando hacer algo entre
los dos, una ensalada por ejemplo? Porque si tenemos que alimentarnos con esa
pizza... voy lista.
Pues parece ser que el menú consiste
en pizza congelada tamaño pequeño.
Pero aquí no se acaba mi frustración.
Mientras la pizza se va haciendo, me
cuenta su currículum que en un principio parece prometedor como nuevo
empresario que pretendía comerse el mundo.
Pero yo seguía preguntándome, sentada
en mi taburete blanco de cocina, si propondría poner la mesa, preparar un
primer plato, un postre...
Pues no, al sonar el timbre del horno,
coge el trapo de cocina, saca la pizza, la corta en cuatro trozos y allí mismo,
sin preparación alguna, con un romanticismo rozando cotas inimaginablemente
austeras suelta un... "Ya está!"
Ya está el que??!! Pues ya estaba
todo! Eso era la cena, 2 porciones de una mini pizza, sentada en taburete en la
cocina, con el hule de toda la vida, una servilleta de papel y sin más cubiertos
que un vaso con agua.
No me lo podía creer, no esperaba que
llenara de velas la casa pero no es tanto pedir un mantel, unos cubiertos o
simplemente un plato!!
Cuando hablan de hombre que te hacen
sentir como si tuvieras 15 años espero que se refieran a este tipo de
individuos! Si, realmente volví a revivir mis 15 años cuando salías del cole y
te ibas a casa de algún amigo a merendar antes de empezar a hacer los deberes.
He de decir que después de la pizza me
entró prisa por llegar a casa, darme una ducha, cenar algo más y volver a ser
yo con mi trentena.