El calambre inoportuno

A menudo, con la tensión y el ejercicio del momento, nuestro cuerpo reacciona de maneras inesperadas y poco adecuadas. Ese es mi caso, la última reacción inesperada de mi cuerpo ha hecho que escriba este post.

Que ocurrió? Hace unos días, en pleno funcionamiento, mientras daba el 200% de mi, con movimientos estudiadamente sensuales y placenteros, mi pierna izquierda creyó que nadie le prestaba suficiente atención y por cuenta propia decidió que con un calambre mal intencionado volvería a ser protagonista de caricias con dedos expertos.

Así como lo leéis, mientras yo disfrutaba lujuriosamente del hombre del momento, mi pierna tensa todos y cada uno de los músculos a la espera de reacciones.

Como si no fuera contigo, aguantas el tipo, te dices..."Gabi, aguanta el ritmo, pronto lo tendremos acabado y podrás relajarte". Por qué digo yo, si se gime tanto... es que pronto se va a ver la luz, no ? así que te esmeras más para llegar al final del túnel.

Pues no, mi compañero de aventura, lejos de avisar que ya llegaba su final, sigue con la misma energía, concentrándose para no terminar demasiado pronto ( de eso recordadme hacer un post como dios manda). Así que procuras arreglar el tema sin que se note, te balanceas hacia la derecha... de poco sirve...mmmmm piensas rápido.... quizá estirando la pierna....

A todo esto, imaginaros la estampa: él emocionado con el estudio que hago de diferentes posturas va dándome azotes en el culo para seguir el ritmo.... porque narices tiene que pegarme??? No pienso con claridad, el día que relinche...

Bueno, a lo que íbamos, una postura cómoda, en estos casos, es difícil encontrarla y más si te desconcentran con cachetes en el culo y ves que los gemidos que tomas como referencia para seguir el ritmo adecuado cambian de intensidad sin avisar.

Que hacemos en estos casos las mujeres? Cuando el agotamiento o el dolor invade nuestro ser? Sencillo...giras sobre ti, apoyas la espalda en el suelo y como si del mejor amante se tratara le pides que trabaje por ti.

Ahhhhh... ahora ya puedo relajar la pierna y él feliz creyendo que lo hago porque sus movimientos pélvicos son inigualables. Pues no, mis principales razones son la pierna y mi culo, que agradece un respiro.

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