Fantasia en la bañera

Hay momentos en la vida de cualquier mujer en que los mitos dejan de ser mitos para convertirse en realidades, y a menudo frustrantes.

Para mí, una de los peores fue el mito de la bañera. Siempre me imaginé como una estampa idílica meterse en la bañera con un hombre. Recuerdo la primera vez que intenté recrear la estampa "peli" en el baño: velas, a media luz, hilo musical, bañera llena de agua caliente, espuma....bueno, la burbujas brillaron por su ausencia, para empezar, que surja la espuma con el gel de ducha es misión imposible, aún hoy intento mejorar la receta para conseguir esas burbujitas "tapa pezones" de las pelis. La única receta válida que se me ocurre es con Fairy, el milagro anti grasa, pero claro está, que oler a lavaplatos no es el tipo de aroma que quisiera que recordara de mi.

Bueno, el caso es que procuras currarte la escena para que todo salga a pedir de boca. Pero cuál fue mi sorpresa cuando meto a mi macho en la bañera y... o me falta bañera o me sobra macho. El festival erótico-festivo se convierte en un festival de posturas y contorsiones difícil de recrear con palabras.

De entrada tienes que elegir postura para acomodarte, aún sin sexo a la vista tienes 2 opciones:

1.- FRENTE A FRENTE
Puedes optar por colocaros uno frente al otro. Poco contacto físico pero bastante visual. Hay momentos decisivos en que tendrás que vigilar no resbalar con el pie y descartar posible polvo posterior.

Ahhh!!! No olvidemos el detalle "grifo", si tienes la mala suerte de que toca en tu lado, tendrás que ingeniártelas para que este se coloque estratégicamente encima de uno de tus hombros, ladeando tu cabeza hacia el lado contrario. Bien, con un contacto visual claro, él lo que está viendo de ti es una contorsión de cuello poco sensual. Así que procura disimular tu incomodidad con una sonrisa pícara.

La opción del grifo encima de tu cabeza descártala hasta que las branquias aparezcan para facilitar la respiración bajo el agua. Y si innovando mucho lo sigues queriendo colocar detrás de tu cuello, enseguida comprenderás por qué no entra dentro de las opciones, mirarse los pechos todo el rato no es divertido, los míos ya los tengo muy vistos.

Claro está que aquí poco podréis jugar con las manos, solo nuestros pies podrán llegar hasta él. Piensas por un instante en si la pedicura está hecha y respiráis tranquilas, pero esta respiración se corta de golpe cuando ves asomar de debajo el agua las uñas en forma de garra que se dirigen a jugar con tus pechos. Si, como lo oís, la magia desparece cuando comprendes que el dios de enfrente ha decidido que quiere agarrar a su presa, es decir, yo, creyéndose ave rapaz.

En ese momento, decides que no estás preparada para la postura "frente a frente", con toda la sutileza posible, eliges la segunda opción.

2.- FRENTE- ESPALDA
La otra opción es sentaros espalda contra pecho, parece fácil? Si, en un primer momento esto parece lo más sencillo, pero no.

De entrada, sigues el mismo protocolo que habéis practicado en diferentes parques, él se sienta primero y después tu frente a él. Bueno.... enseguida comprendes que tu cadera no va a pasar por ese agujero que ha dejado para que te acomodes, así que lo ves levantando las piernas a modo de parto natural y tu bajas hasta tocar el suelo de la bañera.

Eso en el caso de que él se haya sentado primero. Si por el contrario tú has tocado suelo antes, la imagen empieza a ser más cómica si cabe, rompiendo cualquier erotismo posible.

Ves como él tiene que colocar sus pies delante de tu cadera e ir bajando, así que durante unos instantes, mientras él va maniobrando, tienes unos huevos colgando encima tuyo y en el caso de que él no sea demasiado alto, acaban peinándote la coronilla.

Por fin estamos colocados, apoyas tu cabeza en su pecho y te relajas. Claro, a todo esto... el erotismo ha ido desapareciendo. Toca volver a empezar.

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